Forever Broadway se luce en Los Mochis

Entre nervios, frescura desbordada y asombro de sí mismos, 25 jóvenes marcaron una nueva época en la historia de las artes escénicas de la UAS, quienes con números de baile, actuación y canto dieron todo, incluso lo que no sabían que podían dar, para hacer posible el sueño de montar un musical con todas las de la ley, un Forever Broadway recién nacido, atrevido y sin embargo lúcido, que trajo al XX Festival Internacional Universitario de la Cultura la evocación de los grandes espectáculos que siguen brillando por los entretelones del tiempo.

Sostenido a veces por chispeantes diálogos, teniendo como columna vertebral la historia de una pareja: la de un chico que no se le antojaba prudente que su novia perteneciera al tremendo mundo del espectáculo, la de ese joven llamado Juan que mucho tenía de Bob Patiño de Los Simpson, personaje simpatiquísimo, Forever Broadway se fue desmigajando en piezas clásicas, entre las primeras una de Los Miserables, y desde ese punto ya no paró el torrente, número tras número, coreografía tras coreografía, donde cupo hasta la Rapsodia Bohemia del emblemático Freddy Mercury y el histórico Queen.

Uno de los momentos cumbres del musical fue cuando hicieron un número de Vaselina, con todo el fragor del rock sesentero, como si James Dean se hubiera aparecido sin más, justo después de que la Orquesta del Recuerdo de la UAS, capitaneada por Alfredo Manríquez, ya hubiera hecho un solo fantástico al interpretar “El hombre del brazo de oro”.

Y es que los 25 jovencitos estuvieron acompañados por la experiencia, como la de aquel conjunto artístico de la Escuela de Música de la UAS. Y si de armar trazos coreográficos se trataba, todos ellos tuvieron a la mano las destrezas del bailarín Robert Spin; y para enseñarles rasgos elementales y necesarios de actuación, estuvo Adonay Cabrera, mientras que en la parte coral se contó con la participación de Mauricio Güicho.

Clave para Forever Broadway fue la presencia escénica de Daniel Goiz, el esbelto bailarín que ha hecho historia en la danza junto con Robert Spin, pero que en el musical era el instructor, el exigente y el que debía elegir, pero de una forma amena, campechana, que en varios momentos hizo reír al respetable que ocupó no sólo todas las butacas del Teatro de la Torre Académica, sino además los pasillos y todo espacio desde donde pudiera disfrutar la puesta en escena.

Casi a mediados del espectáculo el telón fue cerrado, y medio mundo entendió que se trataba de un intermedio. Pero no. Era parte de la producción, la idea de que todo lo anterior eran los preparativos, la selección del cuerpo de baile y de cantantes, las exigencias de un director que decía tú sí pero tú no, como parte del juego escénico; y sobrevino la gran “Celebration”, números de “Evita”, de “Jesucristo Superestrella”, de “Cats” y “El fantasma de la ópera”. Forever Broadway fue un reto de todos. Y brilló al centro de tonos pasteles y una escenografía sugerente. Forever Broadway marcó nueva época en la historia de las artes escénicas de la UAS.

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